En EE. UU. se comercializan dos vacunas contra el VPH. Gardasil, aprobado para las niñas a partir de los nueve años en 2006, protege de cuatro tipos de VPH, dos de los cuales causan alrededor del 70 por ciento de los cánceres de cuello uterino de todo el mundo.
Cervarix, que cubre las dos cepas del virus responsables de la mayoría de casos de cáncer del cuello uterino, se aprobó en 2009.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU. recomiendan que la vacuna se dirija a niñas de once a doce años, pues la mayoría en ese grupo de edad aún no tienen relaciones sexuales y por tanto aún no han resultado expuestas al VPH.
Una encuesta de 2008, llevada a cabo antes de la aprobación de Cervarix, encontró que apenas alrededor de la mitad de las madres estadounidenses tenían la intención de vacunar a sus hijas menores de trece años contra el virus del papiloma humano, a pesar de las directrices gubernamentales que sugieren lo contrario.
Esos autores observaron los expedientes médicos de 9,658 niñas y mujeres de nueve a 26 años de edad que fueron atendidas en el Centro Médico de la Universidad de Maryland entre agosto de 2006 y agosto de 2010.
Apenas 27.3 por ciento de ellas optó por iniciar la vacuna.
Y de éstas, 39.1 por ciento completaron sólo una dosis, 30.1 por ciento recibió dos dosis, y 30.7 por ciento terminó la serie.
Las mujeres negras eran menos propensas que las blancas a recibir las tres dosis, y las mujeres de 18 a 26 eran menos propensas que las chicas más jóvenes a completar la serie.
El Dr. Mark Wakabayashi, jefe de oncología ginecológica del Centro Oncológico City of Hope de Duarte, California, opina que las sospechas sobre las vacunas en general, lo que incluye una preocupación perdurable de que las vacunas infantiles puedan causar autismo, podrían causar cierta renuencia. En general, se considera que esos temores sobre el autismo carecen de base.
El estigma que rodea a las enfermedades de transmisión sexual también podría ser un elemento disuasorio. "Las enfermedades de transmisión sexual tienen connotaciones, así que creo que muchos padres piensan que, cuando se habla sobre menores de edad, todos los demás deben ponerse la vacuna, excepto su propia hija", apuntó Wakabayashi, que recomienda la vacuna a los padres con quienes trabaja.
Tracy especuló que las mujeres de 18 a 26 años podrían estar ocupadas con las transiciones de la vida en ese momento, como dejar el hogar e ir a la universidad. Para muchas mujeres jóvenes, esta es la primera vez que toman sus propias decisiones médicas.
En cuanto al grupo de menor edad, los padres podrían también estar ocupados, o no estar tan entusiasmados sobre una segunda dosis si hubo un efecto secundario, como dolor en el lugar de la inyección o desmayos, tras la primera dosis, especuló.
Una investigación reciente de la Facultad de salud pública de la Universidad de Minnesota, que aparece en la revista Health Affairs, también encontró que los informes noticiosos continuos sobre la vacunación obligatoria de los estudiantes de escuela intermedia disminuyeron el apoyo para la política.
Información extraída de www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/